MEMORIA CALIENTE (texto de Natalia)
“Memoria caliente es la memoria inscripta en el cuerpo y actualizable en el contexto de una representación, de un juego, de una ceremonia”.
Lo que me alimenta es la memoria de Pedro. Lo que me da fuerzas es, en mi memoria personal, recordar a Pedro con su musculosa azul en medio de una fuerte lluvia caminando directo al ensayo. Y conmoverme cuando tomo la caja de lapicitos de colores (con un ovni luminoso en el frente) que Pedro usaba en el colegio, en su vida de pupilo en Bariloche, y que compró con su dinero después de hacer sus primeros trabajos. Y la revelación al entrar a un depósito del museo lleno de objetos cubiertos de plástico, como entrar a una morgue, para buscar unas botellas de Cinzano de vaya uno a saber qué año y de licores y unos cajones y hacerlos revivir en la escena. Suenan con el choque los vidrios de las botellas , tocamos las fotos, el clarín tiene olor a humedad y sonidos inauditos: todo es un descubrimiento, todo es nuevo, y con esos objetos de museo que vuelven a ser nuevos, se va armando la historia de Pedro, y no consigo zafar de ese estado de asombro, como cuando era chica y podía pasar horas mirando por la ventana del departamento cómo la calle se movía para mí.
Una red de objetos y gestos y palabras, y su historia ya es mía.
Pedro ensaya, Natalia en el espejo
Busqué teatralidad en un testimonio, después me las vi en figuritas para poner en situación una palabra y que se volviera viva en el espacio, y después me quedé atónita viendo cómo esos objetos de morgue revivían en el relato de Pedro y cómo ese relato se transformaba en Pedro moviéndose de un lado al otro, cantando, bailando.
Y ahí está el teatro, en esa red que me lleva a Bariloche, a una pensión, a un circo, a un asado con Frondizi y Eisenhower.
Y ahí está la frase memoria caliente, que leí por esos días, y que de pronto comprendí hasta con los pelos cuando Pedro vuelve a la pensión de su infancia, vuelve al reto y a la acusación injusta de su madre por una situación poco clara, vuelve al momento en que la situación se aclara y la madre le dice “hijo, perdóneme”, y Pedro llora, ahí, en la pensión, en Ferrowhite.
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