ALGUNAS COMPLICACIONES
Reunión en Ferrowhite. Vivi, Jorge, Natalia, Rodrigo y Analía
Sarita Cappelletti y Rodrigo Leiva a punto de empezar con Los mareados en el taller de Ferrowhite
Rodrigo Leiva y Natalia Martirena pensaban abordar el mítico mundo de las bailarinas de los cabarets whitenses. En el recuerdo de quienes rondamos los ’40 esos cabarets fueron el escenario del fin de fiestas de egresados. Escenario algo inocente, y más que remoto. El hecho concreto es que hoy los cabarets de White son cualquier cosa menos míticos. No es bien vista la gente que saca fotos en sus puertas, y mucho menos la que se la pasa preguntando. Si como escribía en la primer entrada, hoy White es un paisaje de posguerra, los cabarets son la retaguardia donde cada tanto se produce alguna escaramuza. Un asesinato en uno de ellos la semana anterior a que se organizara una visita terminó por disuadirnos de la conveniencia de tentar otro camino. Abordar el mundo de los cabarets se mostraba como algo demasiado complejo en relación al poco tiempo con el que se contaba. ¿Hacia dónde dirigirse? Algo estaba claro, en este mundo de trabajos portuarios había poca presencia femenina. Rodrigo, que es músico, sugirió el nombre de Sarita Cappelletti, maestra de música de varias generaciones de whitenses y bahienses y pianista oficial del Museo del Puerto. Rodrigo y Natalia comenzaron a trabajar con Sarita.
Natalia Martirena con Maruca Sbaffoni y Rosa Ortiz, ex bolseras
Sin embargo, la presencia femenina seguía en franca desventaja. Y entonces acompañamos a Natalia a Villa Rosas, a ver a Maruca Sbaffoni y Rosa Ortiz, vecinas, cuñadas, y ex trabajadoras de una de las fábricas de bolsas para cereal, de las que había en White varias décadas atrás. Maruca y Rosa ya habían sido entrevistadas por Esteban Sabanes, estudiante de historia con pasantía en el museo, por lo que todo fue muy rápido. Maruca y Rosa ya se veían en uno de los galpones de Ferrowhite, mostrando cómo llegaron a ser la pareja más rápida de la fábrica de bolsas ("nuestro horario era hasta las dos de la tarde, y a las doce ya habíamos terminado todo" Maruca dixit)
Pero, siempre hay un pero, a una semana del estreno la madre de Rosa, convaleciente desde hace un tiempo, es internada en el hospital. Y, obviamente, ni Rosa ni Maruca tienen tiempo ni ánimo para seguir.
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