miércoles, 5 de agosto de 2009

PALABRAS CRUZADAS


Hace una semana Lucía Bianco y Luciano Campetella publicaron Para seguir el debate. En una ciudad en la que, como señalan, se discute poco, parece saludable que esta polémica haya derivado en parte hacia una reflexión sobre los modos de ejercer el diálogo crítico. Pero ¿Bajo qué condiciones se planteó ese diálogo"? ¿Cómo se concibe el debate que se nos invita a continuar?

Los autores de Arte y Reconciliación afirman ahora que la “intención” de su nota era “propiciar un intercambio”. Compartimos esa intención. La celebramos. Pero al repasar su artículo en Planta nos cuesta encontrar alguna frase que la haga expresa. Lo que se dice, en una nota al pie, es que el artículo sirve a los autores para reflexionar sobre su práctica en el Museo del Puerto, objetivo legítimo, pero muy distinto a “propiciar un intercambio”, sobre todo si esa reflexión sobre la propia práctica no se comparte después con los lectores. Por otro lado, el artículo se publica en una revista a 700 kilómetros de distancia de Bahía Blanca, en un contexto de circulación ajeno al ambiente local. Si lo que se quería era “abrir una discusión”, las instancias estaban dadas acá en Bahía Blanca, desde antes y mucho más cerca: el colectivo Mil Macetas (en cuya organización participamos), Cangrejal, la comunidad virtual creada por Agustín Rodríguez, en la que se publican discusiones y textos críticos sobre el quehacer cultural de la ciudad; las Jornadas que organiza todos los años el área de Historia del Arte de la UNS; los blogs y espacios virtuales que desde hace ya tres años están abiertos a comentarios.

Es verdad que utilizan la palabra debate en el título de su nueva intervención. Sin embargo, no solo declinan discutir en detalle nuestros comentarios, sino que tampoco tienen en cuenta ninguna de las intervenciones de los numerosos lectores con los que hemos entrado en diálogo en los blogs Acción literaria, Hoy no tengo que ir a Bosnia, Archivo Caballero, Ría Revuelta, Museo Marino y Linkillo (cosas mías). El gesto, en cambio, es el de retrotraer la discusión al momento inicial, tomándose “un tiempo” para volver a plantear los argumentos de Arte y Reconciliación casi en los mismos términos en que lo habían hecho antes, ignorando los amplios cuestionamientos formulados a sus palabras y explicándolas de nuevo como si no hubiesen sido comprendidas.

En Para seguir el debate leemos que lo que se quiere es plantear “dudas” sobre los proyectos analizados. Y eso nos recuerda al copete de Arte y reconciliación, en el que leemos que las experiencias abordadas “abren interrogantes”. Sin embargo esos interrogantes no pasan de ser una mera fórmula retórica que plantea por primera vez la sentencia que se repetirá hasta la conclusión: que la “fascinación ante la singularidad de la experiencia” conduce a una ilusoria “reconciliación de las clases”. ¿Es posible, acaso, percibir algún dejo de duda en una frase como esta?:
No se trata de que estos proyectos deban ser cuestionados por "estetizantes", sino de que en ellos el arte se presenta como el vehículo apto para una utopía social reconciliatoria.”
Y dejemos piadosamente de lado que durante los primeros días de su publicación, en esta frase no se decía “deban ser cuestionados” sino “deban ser condenados”. La frase fue prudentemente modificada, pero nos preguntamos si alcanza con cambiar una palabra para cambiar las intenciones con las que el artículo fue escrito. ¿Ofrece Para seguir el debate un panorama distinto? En este nuevo texto, Lucía y Luciano no niegan las diferencias entre los tres proyectos que analizan, pero sugieren que no son realmente significativas; admiten también que su examen no es minucioso, pero siguen sosteniendo las mismas afirmaciones contundentes; aceptan que alrededor de Pedro Caballero hay un museo, pero creen que “ese contexto queda diluido frente a la espectacularidad del sujeto” (signifique esto lo que signifique). ¿Es posible no ver que considerar las diferencias entre los proyectos sería imprescindible para su análisis? ¿Se puede admitir ser poco minucioso a la hora de analizar y taxativo a la hora de sacar conclusiones? ¿Cómo se puede establecer un diálogo con quienes ignoran de plano la minuciosa respuesta a sus argumentos en Contigo a la distancia y sólo se limitan a afirmar que sus argumentos no han sido “rebatidos con claridad”? Y nos preguntamos: si no pueden establecer ningún tipo de vínculo entre un trabajador ferroviario y un museo de historia ferroviaria (con los objetos, las fotos, los carteles, los videos, los folletos, los blogs) y si insisten en que la “espectacularidad del sujeto” opaca todo lo demás, ¿quiénes son los que padecen de una empedernida “fascinación ante el singular”? Entre poder establecer relaciones (a veces contradictorias, a veces ambiguas, a veces en tensión) entre varios elementos, y repetir el gesto mecánico de reducir la pluralidad a un elemento que suprime, anula o diluye a los demás, reside la diferencia, irreductible, entre poder ejercer la complejidad y simplemente declamarla. Por eso, que la riqueza de las acciones de Pedro Caballero se vea reducida, en Arte y reconciliación, a la figura (por lo demás falsa) del cirujeo, no es producto de una mala lectura, sino de un método que sólo puede producir ese tipo de lecturas.

Un debate tiene chances de continuar en la medida en que el intercambio permite precisar, ajustar, refinar el desacuerdo. En Contigo a la distancia mostramos cómo el proceso de análisis que se lleva adelante en Arte y reconciliación se sostiene sobre recortes difíciles de justificar, omisiones lisas y llanas, y errores a secas. Si sus autores consideran que las conclusiones a las que arriban no han sido rebatidas, deberían ponerlas, al menos, al resguardo de signos de pregunta menos retóricos, y revisarlas si lo que se pretende, justamente, es "seguir".
Ana Miravalles, Natalia Martirena, Marcelo Díaz y Nicolás Testoni

Cómo arranca y cómo se desarrolla esta discusión:
L. Campetella y L. Bianco, "Arte y Reconciliación", Planta, 9 de julio de 2009

A. Miravalles, "Generalizaciones que matan", en el blog
Archivo Caballero, 10 de julio de 2009
M. Díaz y N. Testoni, "Contigo en la distancia", 21 de julio de 2009

38 comentarios en el blog Acción Literaria al post "Se armó debate", entre el 22 de julio y y el 4 de agosto
24 comentarios en el blog Ría Revuelta en la entrada "Suenan trompetas", entre el 22 y el 30 de julio
9 comentarios en el blog
Linkillo (cosas mías) en la entrada "La última instancia no se rinde", el 23 de julio
Marina Yuszczuk "Crean en lo general", en su blog
El museo del Mundo y cuatro comentarios, el 28 de julio
Natalia Martirena "¿Cuánto pesa un recuerdo?", en su blog
Hoy no tengo que ir a Bosnia, y 13 comentarios, el 28 de julio

Campetella y Bianco, "Para seguir el debate", el 29 de julio

12 comentarios:

Lolo Vlem dijo...

Y bueno amigos, sería bueno la convocatoria al encuentro.

Es necesario que la letra se nos llene de los matices de la persona que lo dice. Que podamos vinculranos al otro mirandolo a los ojos, aunque sean esquivos, aunque nos tiemble la voz.

Abrazos.

Lolo

Nicolás Testoni dijo...

Todavía es muy pronto para anunciar nada, pero te cuento, Lolo, que venimos trabajando en la idea de un encuentro como el que proponés.

Otro abrazo,
Nico

Anónimo dijo...

El problema que plantearon Bianco-Campetella es: ¿Está Archivo Caballero al servicio de la Revolución? La respuesta obviamente es... No.
Diaz-Testoni no comprendieron que era ésa la pregunta.

Marcelo Díaz dijo...

Ah, si era eso, no, entonces no entendimos, pero estaremos atentos para cuando encabecen la Revolución y humildemente los seguiremos.

Anónimo dijo...

“Pedro Marto termina de tocar, hace un silencio, y con un gesto cómplice dice a la platea: está viejita, pobre, ya suena medio medio, como yo. La situación se descomprime, el público en general se relaja, ríe, y en algunas funciones aplaude la picardía del trompetista, que acaba de sorprenderlo, y de dar una muestra de su repertorio de ardides”
Preguntas:
-¿No es eso poner el acento en la singularidad de un individuo? Los “ardides” de P. Marto? Se argumenta con el mapa de la infancia, pero es la infancia de P. Marto. Se argumenta con los folletos, pero los folletos están en la periferia, no en el lugar en que la obra pone el acento.
-¿Qué hay de los ferroviarios sin esa picardía para sobrevivir? Los olvidados, los sepultados. Esos ¿sin Arte documental?
- “el público en general se relaja, ríe” ¿No es éste un efecto catàrtico y reconciliatorio? Supóngase un espectador miembro de la clase explotadora. También podrá relajarse y divertirse con las picardías de P. Marto changador ¿No es reconciliatoria de clases la obra para él?
-La trompeta desafina. Pedro Marto lo sabe antes e igual la toca ¡¡de común acuerdo con la dirección artística!! ¿y todo para qué? Para producir el mencionado efecto en el público…

Anónimo dijo...

El problema que Bianco y Campetella plantearon es: ¿Está Archivo Caballero al servicio de la Revolución?
La respuesta obviamente es..... No.
Por otra parte ¿Debe estar el Arte al servicio de la Revolución? La respuesta, según la experiencia del siglo XX, es No.

Marcelo Díaz dijo...

Algunas respuestas al o la comentarista anónimo/a:
-¿No es eso poner el acento en la singularidad de un individuo?
1) No necesariamente, no en la medida de que se trata del inicio de la obra y que de ahí en más se remontará su vida en relación a una serie de hechos que establecen un cruce con la historia socio económica argentina.
2) Para entender el concepto de "ardid" conviene leer Michel de Certeau, citado en Contigo a la distancia. El recurso al "ardid" está vinculado a la clase social, por lo que, aunque se trate de un ardid practicado por un individuo, no tiene que ver con la singularidad, sino con su condición social.
3)Es la infancia de Pedro Caballero, no la de Pedro Marto (¿estás opinando acerca de algo que no viste?) y es un mapa hecho con herramientas que utilizaron él y muchos otros ferroviarios en el trabajo en los talleres, y que están en el museo porque fueron de algún modo "expropiadas", o rescatadas del vaciamiento por los propios ferroviarios. Esa información está en el folleto, de modo que es una infancia contada con objetos con una fuerte carga histórica.
4) No se a qué te referís con "el lugar en que la obra pone el acento". La obra se da en un museo, y desde que entrás hasta que salís ves, leés, escuchás una serie de elementos. Si esos elementos se relacionan se produce una lectura, que es la que buscamos, y que no tiene que ver con "la singularidad". Si alguna persona que asiste no los puede relacionar, probablemente esa lectura fracase. Es un riesgo que se corre siempre, en cualquier actividad. (sigue abajo)

Marcelo Díaz dijo...

5) Pedro Marto no fue ferroviario, fue estibador y muchas otras cosas, y en relación a él se habla de picardía y ardides, no en relación a los ferroviarios. Sus "ardides", que considerás "singulares", tienen que ver con los trabajos, oficios y changas que realizó en su vida, como muchos otros trabajadores golondrinas o que han vivido o viven de changas. La situación de los ferroviarios es distinta, estructurada por el trabajo en el taller, con otro peso social. Podríamos seguramente hablar de "ardides" (como hacer un "perrito" en los ratos libres) pero tratamos de ser rigurosos en los planteos (y podemos ser rigurosos porque antes investigamos y sabemos de qué estamos hablando)
6) ¿De qué ferroviarios olvidados estamos hablando? ¿los de White, los de Remedios de Escalada, los de Alemania, los de China? ¿de qué siglo? Nosotros trabajamos con los ferroviarios bahienses, en particular los de White, pero también con los que trabajaron en talleres Noroeste o Maldonado. Obviamente, eso supone conocer sobre el ferrocarril en Argentina, en el mundo, y su relación con el puerto, la Argentina agroexportadora y así llegar hasta la revolución industrial. Pero para no olvidarlos, precisamente, hacemos foco en la historia local, y en los relatos personales.
8) "¿Qué hay de los ferroviarios sin esa picardía para sobrevivir? Los olvidados, los sepultados. Esos ¿sin Arte documental?" Te podemos hablar de los que trabajan junto con nosotros para no ser ni olvidados ni sepultados. Obviamente, si hubiera más gente trabajando en eso el efecto sería multiplicador. Tal vez vos podrías hacer algo al respecto y sumar. Pero es importante, en cualquier empresa crítica y revindicatoria, dar la cara, poner el cuerpo. Ojo, tal vez ya lo hacés, pero no podemos saberlo porque no tenés la valentía de poner el nombre.
7) Después de la risa sigue la obra. Y suponer que la risa promueve la reconciliación de clases es francamente un delirio sin sustento.
8) Un miembro de la clase explotadora puede relajarse y divertirse viendo Brecht o una película sobre el Che Guevara, porque a la clase explotadora sólo la asusta que le toquen el bolsillo. Y suponer que alguien de la clase explotadora puede asustarse, recapacitar y dejar de explotar a los obreros porque vió una obra de teatro o leyó un poema es otro delirio, porque desconoce que hay razones estructurales que marcan su conducta, y beneficios muy concretos en su accionar. De todos modos, fijate que la frase no dice "todo" el público se relaja y ríe, dice "en general" se relaja y ríe. Hemos podido comprobar que algunos no se relajan ni se ríen, ya sea porque una moral burguesa y paternalista se los impide, ya porque son miembros de la clase explotadora. Y quedate tranquilo/a, que de todos modos, los más rancios exponentes de la clase explotadora no van a ver teatro documental a Ferrowhite, porque no les interesa escuchar a un obrero hablar de trabajo.
9) La trompeta desafina y bla bla, porque es parte de la sorpresa, y apelar a la sorpresa es un modo a los que trabajadores como Pedro Marto recurren para ser vistos, para ser escuchados, para decir sus cosas. Fijate en cómo se comportan los vendedores ambulantes, o los que tienen puestos en la calle: te conversan, te pueden hablar horas, te hacen chistes. Es gente simpática y entradora, no hay duda, pero el trabajo que hace requiere que sean así, para que vos pares, mires, te intereses y les compres, y de ese modo puedan vivir. Si sos de Bahía ¿no fuiste nunca al mercado de pulgas? ¿nunca te encontraste con alguien en un puesto que te dice, cuando nota que mirás algo con interés: eso es bueno, pero tengo algo mejor, no se lo muestro a todo el mundo porque la mayoría no entiende, pero usted...? Es teatro en la calle, y es trabajo, y es una característica personal, y es interesante por todo eso.

Anónimo dijo...

Aprecio tu esmero. Después de una 2da. o 3ra. lectura haré algún comentario breve. No voy a responder punto por punto: eso no implica que esté de acuerdo. Gracias por tu respuesta.

Natalia Martirena dijo...

Anónimo/a gracias a vos por tu esmero y todo el tiempo que dedicás a reflexionar y plantear objeciones a nuestro proyecto. Me gustaría saber quién sos y cuáles son tus prácticas, poder compartirlas, reflexionar sobre ellas y de ese modo ver qué podemos hacer mejor nosotros y también vos para transformar una realidad injusta. Porque está claro que no se transforma dejando comentarios anónimos en un blog.

Anónimo dijo...

Quizá dejen de quererme cuando les diga lo que tengo que decirles la próxima semana. La transformación está en las antípodas de lo que uds. están haciendo: la risa y el vino para uds inofensivos.

Marcelo Díaz dijo...

Anónimo/a, no podemos quererte o dejar de hacerlo porque no sabemos quién sos.
La verdad que toda esta situación con gente que no da la cara y amenaza nos tiene un poco cansados.
Lo que tengas para decirnos (¿la clave para la transformación?¿los caminos a la Revolución?) la semana que viene o cuando sea, decilo con nombre y apellido, así podemos ver cómo lo hacés vos y aprender.