miércoles, 24 de octubre de 2007

EL SALADERO WESTERN (texto de Esteban Sabanés)

Se esta armando el Saladero Western. Pedro no persigue a los indios ni su cabeza tiene precio. Es asistente de payaso en el circo Sudamericano y una de sus tantas ocupaciones es cuidar y mantener limpios a los elefantes. Sueña, cada vez que se asientan en algún pueblo, que al levantar campamento y tomar la ruta, se arme algún quilombo, un tiroteo feroz, que pase a todo trapo una partida de jinetes yanquis , recién salidos de afanar un banco y atrás, dos ayudantes del comisario –unos pibes con cara de susto- que disparan al aire y le responden y uno de estos policías, cae ruidosamente, levanta polvo pero ya no se mueve. Los cow-boys asaltantes, parias, sin madre ni patria, se alientan entre ellos, a puro griterío se alejan por aquella pedregosa ruta provincial mientras Pedro sabe que a lomo de elefante no se le va a poder sumar, los vio pasar y esta embaladísimo. Es de no creer. Pedro también es joven como el muerto que quedó al lado pero jamás se le ocurriría estar de ese lado, ¿protegiendo la ley?, ¿disparándole a estos gauchos sin bombacha que son pura admiración? No.
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Pedro con el bataraz, símil bandolero del far west

La patagonia es claramente el far west. Caminos de tierra, largas distancias entre poblados fantasmas. Un lejano y ventoso sur que, sin embargo, congrega: rabiosos curas pirómanos, presidentes que tienen ya su suerte echada, payasos con navaja y gitanas en busca de un amor que las redima para siempre. En medio de este furioso cocoliche va Pedro, cuidador de elefantes, armador de carpas, en compañía del resto de los que trabajan en el Circo Sudamericano, en plena epopeya por las rutas del sur.

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